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México, Distrito Federal, Mexico
Profesor normalista por la Benemérita Escuela Nacional de Maestros; Hizo estudios de Literatura Dramática y Teatro en la UNAM; de Composición Dramática con los maestros: Luisa Josefina Hernández y Hugo Argüelles; De Novela con el Maestro Andrés Acosta; Ha fungido como Jurado en varios eventos de Teatro y de Poesía. Como actor participó en la Compañía de Ofelia Guilmain y en innumerables producciones teatrales a lo largo de treinta años de carrera ¡Y sigue activo!. Como docente ha puesto en escena las obras maestras del teatro clásico y contemporaneo. Es socio de SOGEM y de la ANDA y actualmente se desempeña como Profesor de Teatro en el Instituto Mexicano del Seguro Social y de la Universidad Simón Bolivar. Es un prolífico autor teatral y sus obras más representadas son: "El Diablo no es tan Diablo", "Una Bruja a tu Medida" y "De Veras... La Salud Mental", escribe también cuentos y novelas.

miércoles, 5 de mayo de 2010

Dania... la estudiante de música

Tres sesiones después Agustín sabe que aquella jovencita de grandes gafas no está allí por casualidad; El empeño, la dedicación que muestra en el aprendizaje de la música denota un interés legítimo en su desarrollo personal, además ¡Oh maravilla! Su inteligencia bien entrenada; producto de una educación universitaria la distingue de las demás estudiantes ocupadas siempre en simular cualidades intelectuales que están muy lejos de poseer.
Él cree muy poco en las casualidades, en cambio ha hecho una religión de la ley causa-efecto porque además de ser buen músico hizo estudios de literatura dramática y -como los griegos- cree firmemente en el orden cósmico, en el “ritmo establecido que nos rige” y que se puede apreciar en toda su esplendidez contenido en las tragedias de los autores dramáticos “clásicos”.
Y justo como en “Macbeth” el cosmos le pone enfrente -una vez más- la invitación para trastocar el orden. Pero ahora es distinto; algo diferente hay en Dania; no es sólo la avidez con la que encara las situaciones de su aprendizaje, ni la parsimonia de su trato con los demás estudiantes, tampoco su permanente alegría que la hace la más popular de la clase; es... su inteligencia la que lo hace admirarla y que la coloca en un lugar especial en donde -para decirlo de manera cursilona- ninguna otra de sus anteriores “provocaciones al cosmos” ha estado.
Agustín es un enamorado de la inteligencia, todas sus amistades son personas brillantes en sus respectivas profesiones, se ha rodeado de escritores, actores, pintores, músicos, escultores y uno que otro científico, todos maestros en su actividad. Y ahora tiene frente a él una hermosa perspectiva porque “su estudiante” posee una inteligencia clara, precisa, objetiva; además también es una artista pues como diseñadora gráfica sabe de colores, formas, texturas... y por todo esto él sabe y siente que es “hombre al agua”.
No hay remedio; se enamorará perdidamente de ella; le escribirá valses, polonesas, scherzos, canciones y todo un sin fin de “homenajes musicales” porque así es él... intenso, desmesurado.

Físicamente Dania es una belleza serena, un rostro oval perfecto, su mirada es profunda, inquisitiva; la nariz respingada le da un toque travieso al conjunto... y la boca... El labio inferior grueso, sensual. Muchas veces Agustín ha sentido la urgente necesidad de besarla y morder delicadamente ese labio fascinante; perderse en el abismo erótico de su boca. En ocasiones mira de lado y cuando sonríe no muestra su dentadura perfecta, sino que deja ver apenas una delgada parte de su rosada encía lo que hace de su sonrisa un gesto pícaro y divertido.
Tiene además algunas erupciones en la piel que en vez de disminuir su belleza la resalta, podrían compararse con las imperfecciones del mármol que otorgan una dimensión más terrenal a las esculturas. Y a él le fascina escudriñar ese rostro para descubrir una nueva imperfección. El cuerpo menudo es una melodía plena de promesas amatorias esperando ser desveladas con delicadeza, como se pulsa un arpa o una lira... alguna vez ella lo sorprendió admirando furtivamente su espléndido trasero redondo y enhiesto y el rubor encendió sus mejillas... y apresuró el paso llena de pudor.
Sus hermosos y pequeños senos erguidos se acurrucan dentro de su blusa -como diría León Felipe “como dos palomas blancas y gemelas que hacen guardia aturdidas en el umbral del corazón” y Agustín goza con sólo mirarla. Espera ansiosamente los días de clase para disfrutar de su presencia. Si por algún motivo ella no asiste a la sesión, la tarde se le vuelve gris, deslucida, melancólica. Por el contrario al verla llegar, la alegría lo invade y a pesar de sus cuarenta y un años la sangre se le aligera y como un adolescente se torna locuaz y hasta disparatado.
Sentados al piano, él se complace con rozar de vez en cuando sus manos y ese contacto le acelera el corazón, lo convierte en un virtuoso de la música; porque cuando se está enamorado la sensibilidad se agudiza y las capacidades intelectuales y artísticas se desarrollan al máximo convirtiendo al amante en un ser sobrenatural, superdotado, genial.
Seis placeres rigen la vida de Agustín: la literatura, la música, las mujeres, el vino, el dinero y... las orquídeas... No es un hombre frívolo, todo lo contrario; cuando se enamora entrega lo mejor de sí mismo y no es exigente, sólo pide inteligencia. Esta falta de selectividad le ha acarreado muchos problemas y decepciones; profundamente romántico no conoce límites para sus pasiones; la mayoría de la gente lo mira con extrañeza, es considerado un hombre misterioso, analítico, sus compañeros de trabajo encuentran difícil relacionarse con él pues se sienten agredidos por su sarcasmo, observa la vida desde una óptica muy peculiar, ausente de situaciones comunes; algunas personas lo consideran un pervertido y otras hasta malo, pero a él no le importa, tiene muy presente el aforismo de Oscar Wilde “La maldad es un mito que la gente utiliza para explicarse el extraño atractivo de los demás” y, displicente, los ignora
Una tarde mientras comían juntos Dania lo comparó con un vampiro que sustrae la vitalidad de las mujeres abandonándolas después para buscar una nueva víctima.
Esta comparación lo lastimó porque él está realmente enamorado de ella y quiere hacerla sentir bien, importante, compartir con ella sus conocimientos, su amor por la música y el teatro, su pasión por la literatura, la buena mesa y el amor. Excesivo en sus afectos Dania ocupa junto con su imaginación -“la loca de la casa”- todo su pensamiento; si se sienta a componer música ella está presente en esencia, cualquier actividad que realiza está dedicada a ella, al despertar en lugar de agradecer al cosmos por un día más de vida su pensamiento rápido como un tiro vuela hacia ella, si hay una buena película quiere disfrutarla con ella, si conoce un nuevo restaurante regresará con ella, un buen espectáculo tendrá que verlo con ella, escribe música para y por ella... una orquídea para ella... enfrentar el ridículo por ella... ella, ella, ella.
... Pero Dania no le cree y bien mirado no tiene ningún interés en él, no lo quiere ni tiene ganas de quererlo... y es que Agustín es tan feo... Los excesos a los que se ha entregado en todos los aspectos de su vida han dejado una huella indeleble en su humanidad. Prematuramente avejentado parece un hombre de cincuenta años, para colmo es terriblemente soberbio, falto de humildad y presuntuoso. Ella lo observa y lo analiza y encuentra que no tiene nada de extraordinario, es exactamente igual a todos los demás hombres y por añadidura... casado.
¿Qué se ha creído este pelmazo? ¿Pensará realmente que una joven con un futuro promisorio va a establecer una relación amorosa con él? Es inaudito, jóvenes de verdadera valía han rendido homenaje a su belleza, a su talento, a su ingenio, a su arte... en una palabra... jóvenes.
Este pensamiento atormenta a Agustín que una vez se atrevió a confesarle su condición de hombre enamorado y nada consiguió... porque nada pidió, le bastó con enterar al anhelo de su corazón que existe y vive para ella.

Carson Mc Cullers, en su obra “La Balada del Café Triste” definió muy bien la situación que vive Agustín, recordémosla:
“En primer lugar, el amor es una experiencia común a dos personas, pero el hecho de ser una experiencia común no quiere decir que sea una experiencia similar para las dos partes afectadas.
Hay el amante y el amado, y cada uno de ellos proviene de regiones distintas. Con mucha frecuencia, el amado no es más que un estímulo para el amor acumulado durante años en el corazón del amante. No hay amante que no se dé cuenta de esto, con mayor o menor claridad; en el fondo, sabe que su amor es un amor solitario. Conoce entonces una soledad nueva y extraña, y este conocimiento le hace sufrir.
No le queda más que una salida: alojar su amor en el corazón del mejor modo posible; tiene que crearse un mundo nuevo interior, un mundo intenso, extraño y suficiente. Permítasenos añadir que este amante no ha de ser necesariamente un joven que ahorra para un anillo de boda; puede ser un hombre, una mujer, un niño, cualquier criatura humana sobre la tierra”.

Ese es él, sin duda alguna; un amante enamorado de un imposible.
Dania no sabrá jamas cuanto amor a despertado en Agustín, si lo supiera o siquiera lo sospechara seguramente se asustaría, le parecería excesivo, inaudito; hasta morboso y es que apenas se conocen, no tienen más de siete meses de convivir y por eso no le cree.
Dania es reservada, no le gusta platicar sus intimidades, guarda celosamente sus secretos y se molesta cuando Agustín, insolente, se atreve a preguntarle. Pero no es su intención molestarla, él ya la ama, no debería dudarlo ni desconcertarse por la rapidez con que suceden los acontecimientos; si le pregunta es porque quiere saberlo todo de ella; es cierto que apenas hace tres días le dijo que sólo la quería, pero... El amor es una saeta que súbitamente corta el aire y se aloja en el pensamiento -Sí, porque contrariamente a lo que se cree, es en el pensamiento y no en el corazón donde el amor se siente con mayor intensidad- avasallando a quien tiene la fortuna de ser su objetivo y esa saeta ha hecho blanco en él... y ya la ama... ¿Excesivo? Sí por cierto y a la vez muy lógico pues esa es su naturaleza y nadie puede resistirse a su propia condición.
El tiempo seguirá transcurriendo, somnoliento: Dania y Agustín seguirán trabajando juntos, comiendo juntos, paseando juntos; él amando calladamente, quizá sin esperanza. Ella sabiéndose adorada y aprendiendo, aprendiendo los secretos de la música, del arte, aprendiendo a vivir, y a su tiempo a amar... Si es que no es ya, maestra en ello.

Para el amor como para cualquier otro arte se nace, y cuando el amor es intenso, apasionado, total... se vuelve un espectáculo.

Armando Daniels Arellano.
Alvaro Obregón D.F., septiembre 5 de 1998.
3:00 a.m.

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