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México, Distrito Federal, Mexico
Profesor normalista por la Benemérita Escuela Nacional de Maestros; Hizo estudios de Literatura Dramática y Teatro en la UNAM; de Composición Dramática con los maestros: Luisa Josefina Hernández y Hugo Argüelles; De Novela con el Maestro Andrés Acosta; Ha fungido como Jurado en varios eventos de Teatro y de Poesía. Como actor participó en la Compañía de Ofelia Guilmain y en innumerables producciones teatrales a lo largo de treinta años de carrera ¡Y sigue activo!. Como docente ha puesto en escena las obras maestras del teatro clásico y contemporaneo. Es socio de SOGEM y de la ANDA y actualmente se desempeña como Profesor de Teatro en el Instituto Mexicano del Seguro Social y de la Universidad Simón Bolivar. Es un prolífico autor teatral y sus obras más representadas son: "El Diablo no es tan Diablo", "Una Bruja a tu Medida" y "De Veras... La Salud Mental", escribe también cuentos y novelas.

martes, 23 de febrero de 2016

The Revenant (El Renacido)

THE REVENANT (El Renacido) Algunas impresiones: Bruce Lee, en una escena de "Enter the Dragon" indica a un joven a quien adiestra en el arte de la defensa personal que piense en un dedo que señala a la luna llena, pero le previene sobre un riesgo: si mira exclusivamente al dedo se perderá la belleza de la luna iluminada; lo mismo le sucederá a quien se acerque a la más reciente película de Iñárritu: The Revenant, si se queda exclusivamente en el aspecto anecdótico y no se adentra en la riqueza y enseñanza espiritual que contiene. Para poder explicarnos esta película, con las menores posibildades de error, se hace necesario ponernos de acuerdo en algunos aspectos y conceptos: En teatro se utiliza un sistema de análisis para encontrar el GÉNERO al que pertenece una obra y que identifica si es realista o no (Idealismo); el TONO: que es la respuesta emotiva que causa en el público; el LENGUAJE que utiliza: poético, trágico, melodramático o cotidiano y el ENRIQUECIMIENTO ESPIRITUAL, o la enseñanza ética o moral que deja en el espectador. La TRAGICOMEDIA es una obra cuyo material, es decir, los acontecimientos que suceden en ella, pueden ser posibles o imposibles, nunca probables pues la probabilidad se basa en la ley causa-efecto, es decir, se pueden PROBAR.. Un HÉROE NO ES alguien con capacidades más alla de lo humanamente posible, pero SI ES al que le suceden las cosas que en el drama (acción) ocurren. Los avatares que le ocurren a nuestro héroe no son creíbles, nadie podría padecerlos sin perder la vida, son increíbles; entonces estamos ante una obra no realista que está usando esa parte de la vida que no es lógica ni real, pero que le puede suceder a uno, en millones; entonces debemos mirar más a fondo. En la tragicomedia se aprecia la trayectoria de vida de alguien (Héroe) que va directo hacia una meta, ésta puede ser positiva, es decir "buena" (valores morales o éticos) o negativa "mala" (conductas destructivas, criminales o indignas) a grandes ragos esta es la estructura de la tragicomedia. Ya podemos darnos cuenta que estamos ante dos trayectorias: Hugh Glass y John Fitzgerald que van hacia sus propias metas consciente o inconscientemente, positivas o negativas según se vayan dando los acontecimientos, se cumple uno de los requisitos de la tragicomedia. El tono de las tragicomedias puede ser serio o cómico, entendiendo por serio la manera en que suele hablarse de las cosas importantes de la vida (la manera de expresarse de la compañera de vida de Hugh, y de él mismo con su hijo) entre otras escenas, y cómico: lo que resulta de contemplar una conducta viciosa (recuérdese la definición de Dios que da el padre de Fitzgerald) La dualidad del tono de las tragicomedias está presente en esta película, contamos dos requisitos cumplidos. El lenguaje del teatro es eminentemente la palabra, el del cine, es la imagen; la Tragicomedia está construida con un lenguaje sumamente poético; las imágenes contenidas en esta obra deberían estar enmarcadas y exhibidas en las salas de arte del mundo, cada una de ellas; nos provocan el engrandecimiento de espíritu que sólo la contemplación de lo bello otorga... sumamos tres. Sobre el Enriquecimiento Espiritual creo que es patente, estamos ante la historia de dos animales depredadores (uno cazador de pieles, el otro militar) que van directos hacia sus metas; si bien el segundo es impío y sanguinario, el otro posee alguna característica humana que lo distingue de las demás especies y logra alcanzar la categoría de ser humano al renunciar a la venganza, sentimiento que lo anularía espiritualmente, en su esencia. Uno siente satisfacción y esperanza en la propia especie al contemplar estas acciones. En resumen: Una hermosa tragicomedia en la que contemplamos a un héroe que debe "purificarse" por medio de la desdicha y renacer varias veces (hasta del vientre de un caballo) y por la acción de casi todos los elementos fuego, agua, tierra y hasta la furia de los animales con quienes convive (el oso no es más que la alegoría de hacer padecer al cazador los sufrimientos de la presa) para entender la belleza de la ternura (el desdichado que lo ayuda y luego es colgado con el letrero de "todos somos salvajes") y la satisfacción espiritual de renunciar a la venganza, es decir al odio... que siempre destruye. No se la pierdan... ¡Salud!

martes, 25 de septiembre de 2012

LA ANIMACIÓN LECTORA EN LA EDUCACIÓN BÁSICA

Ponencia leída en el Primer Coloquio sobre Animación Lectora en la Educación Básica. LA ANIMACIÓN LECTORA EN LA EDUCACIÓN BÁSICA I.- Una anécdota para abordar el tema. De las mejores decisiones que he tomado durante el discurrir de mi labor como animador-lector en la secundaria Diurna No 2 “Ana María Berlanga” fue la de leer con mis “compañeritas” participantes de las sesiones, la obra de Maurice Maeterlinck “EL PAJARO AZUL”. Esta obra teatral es una tragicomedia, obra paradigma de ese género que como todas ellas, deja en quien la disfruta una conmovedora sensación reconciliadora con todos y cada uno de los aspectos de la vida que en su temática aborda. Recordemos la trama: Mytyl y Tyltyl dos niños pobres hijos de un leñador y su esposa, mientras observan por su ventana la casa de sus vecinos quienes disfrutan los regalos y los platillos de los festejos de Navidad, reciben la visita del hada Veryluna, la que sin mayores explicaciones les anuncia que deberán salir de viaje en busca de algo que necesita con urgencia: “El Pájaro Azul” que, intuimos, no es otra cosa que la representación de “la felicidad”. Para este viaje, el hada les proporciona un sombrerito que tiene un diamante mágico con el que –al darle un giro- pueden ver el alma de las cosas y los seres vivos. En su aventura serán acompañados por el “alma” de la Luz, del agua, del fuego, del pan, del azúcar, del perro y de la gata, mascotas de los niños; y todos ellos seres y elementos necesarios para la supervivencia y el contacto con algunos de los afectos terrestres. Inician el viaje y llegan al país de los recuerdos, en donde encuentran a sus abuelos y hermanitos muertos, quienes les hacen saber que ellos –los muertos- reviven de su sueño eterno simplemente cuando alguien los recuerda. En ese sitio encuentran un pájaro azul y lo atrapan, pero desgraciadamente, al abandonar ese lugar perece, pues no es el verdadero pájaro azul que buscan. Visitan el castillo de La Noche, donde la gata y la misma Noche conspirarán contra ellos para evitar que consigan el pájaro azul, pues eso les dará un poder que los convertirá en los amos absolutos de todo lo existente. Llegan al castillo de la voluptuosidad donde los “groseros goces”, personajes que no son otra cosa que actitudes antisociales dañinas para la voluntad y el carácter, intentan esclavizarlos con sus deleites, pero la Luz logra hacerlos reaccionar y huyen, a salvo, de ese lugar y sus fascinantes moradores. Arriban al Bosque, donde las almas de los árboles, convocadas por la magia del diamante se confabulan contra ellos en venganza contra el género humano, a quien los niños representan y porque el padre de ellos, en su actividad de leñador les ha ocasionado mucho daño y sobre todo, la pérdida de algunos de los miembros de las especies allí existentes. Después de una terrible batalla de la que logran salir victoriosos, pero lastimados, los viajeros escapan con grandes esfuerzos de los terrores del Bosque ayudados por el perro y llegan a un nuevo lugar: El Reinado del Futuro, donde generaciones enteras esperan por nacer y donde cada niño tiene su regalo para el mundo: Inventos maravillosos, fórmulas para conseguir cosechas de productos cuyos tamaños y propiedades serán fabulosas; remedios infalibles contra las enfermedades; alguno logrará la paz mundial y muchos otros prodigios. Pero algunos también traen calamidades, muerte y desolación. El guardián de este lugar es el Padre Tiempo quien no permite: ni que alguien adelante su nacimiento ni que se niegue a él, calibrando qué es lo que la tierra puede necesitar más; algún fenómeno maravilloso o un simple hombre honesto. Así, los niños describen un círculo completo para encontrar El Pájaro Azul de la Felicidad, donde había estado siempre, en su propia casa, pero de esto se dan cuenta hasta que su propia madre los despierta al despuntar el día. Después de una gran conmoción pues los niños creen que han estado ausentes durante un año y su madre supone que están enfermos por la suma excitación que muestran, reciben la visita de la buena señora Verlyngot (muy parecida a el hada) quien tiene una nietecita gravemente enferma, la que siempre ha deseado con vehemencia un pajarito azul que Tyltyl posee en una jaulita, como mascota. Los niños se dan cuenta que el pájaro azul y lo que él signifique siempre ha estado allí, en su propia casa, pero ellos no lo habían visto. Conmovidos, los niños deciden regalarlo a la nieta de la señora Verlingot que, presurosa, lo lleva a la niña quien personalmente regresa para agradecerles a los niños su generosidad. Pero en un descuido de todos, el pajarito escapa de la jaula y vuela por la casa para perderse finalmente en el cielo; Desconsolada, la niñita lamenta la pérdida del pájaro azul, pero Tyltyl la consuela. La obra termina con la petición del personaje Tyltyl al público para que si alguna vez alguien encuentra al “Pájaro Azul” los ayude a recuperarlo. II.- Las condiciones en las que se desarrolla mi labor como ANIMADOR LECTOR. La Secundaria Diurna No 2 “Ana María Berlanga” tiene un gran prestigio académico en el barrio, no soslayemos que la colonia Santa María la Ribera, donde se ubica este plantel, era hasta hace unos años, una zona cuyos habitantes gozaban de un buen poder adquisitivo y hasta de algún “prestigio social” que si en la práctica ha venido a menos, no ha sufrido menoscabo en la imaginación de sus habitantes que se esfuerzan por seguir pareciéndolo, con la confusión que esta circunstancia provoca en sus habitantes más jóvenes y en las alumnas que obligadas por la cercanía del plantel a los centros de trabajo de sus progenitores deben acudir a él. Por necesidades puramente administrativas y de organización institucional que no tiene mucho sentido abordar aquí, el taller se desarrolla en dos sesiones semanales de una hora de duración cada cual. Las participantes acudieron a las reuniones “motivadas”, en un principio, por la promesa hecha por la autoridad correspondiente de “mejorar alguna calificación” y hasta obligadas en algunos casos. Pero después asistieron por gusto y sin necesidad de ser coaccionadas de ninguna manera En general las jovencitas no tienen inculcado el gusto por leer, salvo los textos escolares, y estos, las más de las veces, impuestos por sus profesores. Las que han leído algún libro lo hicieron por moda, ejemplos: Harry Potter o alguna de esas novelas de vampiros muy en boga actualmente, pero ninguna tiene claro qué es lo que de esas lecturas les gusta, les conmueve o provoca. La gran mayoría se quejan de la falta de atención de sus familiares, quienes, agobiados por el exceso de trabajo, cansancio, enfermedad o hastío, para librarse un poco de ellas, sencillamente las ponen a “leer algo provechoso” o a estudiar algo en lo que tengan carencias académicas. También debo hacer notar que según me han informado, un número significativo de alumnas comparten sus viviendas con muchos familiares y parientes, teniendo muy poco espacio para ellas y por ende, condiciones muy difíciles para lograr algunos momentos de silencio que les permitan concentrarse en actividades intelectuales. Cinco sesiones fueron necesarias para leer completa esta joya de la literatura dramática y durante ellas, en varias ocasiones, a los ojos de las jovencitas se asomaron algunas lágrimas producidas por la emoción que las inundó sobre todo en los pasajes donde se recuerda a los familiares muertos; En la escena final, cuando los padres de los niños llegan hasta ellos para abrazarlos y colmarlos de caricias llenos de preocupación por creerlos enfermos; También en la tierra del futuro, cuando los saluda un hermanito que nacerá próximamente pero que morirá a causa de dos enfermedades que trae en su equipaje; Y en la escena cuando la nietecita de la señora Verlyngot deja escapar al pájaro azul que los niños le han regalado y que hizo el prodigio de aliviar sus dolencias y levantarla de la cama para ir en persona a agradecerles su generosidad. Es decir: Las alumnas tuvieron la experiencia espiritual de lo que Shakespeare llamó en alguna de sus obras “Saborear la dulce leche de la humana ternura” No temo equivocarme al decir que sin necesidad de discursos moralistas, pronunciados por algún adulto que nunca sabe de lo que habla cuando se refiere a “Valores Universales” las jovencitas participantes observaron a sus propias familias, a sus padres principalmente, al través de esta obra, con una actitud más piadosa -en el sentido más amplio de la palabra- Vislumbraron la dicha que proporciona una existencia tranquila, acompañada de sus seres queridos; Entrevieron el valor sumamente sencillo pero enormemente vital del agua, del pan… de la luz; Conocieron del amor que se siente por los animales domésticos (El perro siempre se dirigía al niño, a Tyltyl, llamándolo “Diosito mío” y eso les causó gran sorpresa) Quizá columbraron que la felicidad, o algo que se le parezca, siempre está más cerca de nosotros de lo que nosotros mismos creemos pero que nos confundimos al buscarla por todas partes menos en nuestro propio hogar. Para mis pequeñas compañeras, después de esta lectura, los árboles, la noche, sus hermanos, sus pequeñas posesiones y la vida entera que las invade adquirieron un nuevo valor vistas al través del lenguaje poético, lleno de nuevos significados que Materlinck les mostró regalándoles un poco de riqueza espiritual. Quise referirme específicamente a esta lectura pues fue la que más las conmovió. Hemos leído otros muchos textos donde se aborda el valor, la astucia, los viajes, epopeyas, la supervivencia, la honradez, el desconcierto ante sentimientos que no podemos explicar, pero en todas ellas persiste la sensación de distanciamiento ocasionada por la falta de alguna experiencia previa. En este texto se privilegia la imaginación, personal e intransferible, rica en elementos conocidos, disfrutados y/o padecidos por todos más tarde o más temprano; También se abordan –de manera concreta no con abstracciones, aunque el texto sea rico en fantasías- valores universales que asombran por su sencillez. Las tragicomedias son comprendidas por los espectadores de manera total porque sus personajes van siempre directos a una meta, positiva o negativa, pero siempre de esencia humana y por ende, universal. Recordemos otra tragicomedia, obra maestra del Noruego Henrik Ibsen “Peer Gynt” que nos hace reflexionar sobre la falta de compromiso del ser humano hacia sus semejantes y su propia vida quien, después de vivir de manera desenfrenada e improductiva muere solo, sin encontrar la paz y la felicidad que pudo disfrutar en brazos de una mujer: Solveig, que siempre esperó por él motivada por el gran amor que le tuvo pero que Peer Gynt no supo apreciar. O la vida infeliz de Marco Polo, otra tragicomedia escrita por Eugene O´Neill. Este comerciante Italiano, Marco Polo, ocupado en acrecentar su fama y fortuna, no se dio cuenta del inconmensurable amor, único valor real que la vida le otorgaba por medio de la princesa Kukachín, hija del gran Khan y también muere solo e infeliz por no saber interpretar la realidad. En conclusión: Para mis compañeras asistentes al taller de lectura, la vida en familia, la naturaleza, sus compañeras, sus amigos, sus propios pensamientos, sus temores y sus alegrías son circunstancias de vida que han adquirido nuevos significados por medio de la lectura. Leer ha sido importante para ellas porque la lectura les ha proporcionado experiencias que quizá la vida nunca les llegue a otorgar pero al leer las conocerán, comprenderán y podrán aprovechar en beneficio de su propia existencia. Así me lo han dicho y yo, les creo. III.- ¿Por qué es importante leer? En su interesante libro “LEER Y ESCRIBIR EN LA ESCUELA” Delia Lerner escribe: “Lo necesario es hacer de la escuela una comunidad de lectores que acuden a los textos buscando respuesta para los problemas que necesitan resolver, tratando de encontrar información para comprender mejor algún aspecto del mundo que es objeto de sus preocupaciones, buscando argumentos para defender una posición con la que están comprometidos o para rebatir otra que consideran peligrosa o injusta, deseando conocer otros modos de vida, identificándose con otros autores y personajes o diferenciarse de ellos, correr otras aventuras, enterarse de otras historias, descubrir otras formas de utilizar el lenguaje para crear nuevos sentidos” […] (pág. 26) Más adelante, en la página 115 leemos: “Leer es adentrarse en otros mundos posibles. Es indagar en la realidad para comprenderla mejor, es distanciarse del texto y asumir una postura crítica frente a lo que se dice y lo que se quiere decir”. […] No imagino que se pueda expresar mejor la importancia de la lectura en nuestras vidas que en los textos anteriores; pero sin embargo me tomaré el atrevimiento de tratar de abundar sobre estas ideas, especialmente en donde se menciona la búsqueda de respuestas a los problemas que se necesitan resolver y –sobre todo- en indagar en la realidad para comprenderla mejor. Cuando se estudia Literatura Dramática se aprende, por comparación, que hay dos grandes vertientes para el estudio de los siete géneros teatrales: El Realismo y el No-realismo o Idealismo y es aquí en donde comienza el desconcierto, porque al ser el teatro la recreación más auténtica de la vida misma, casi un espejo quintaesenciado de ella, al analizarlo nos damos cuenta que, al vivir, reaccionamos influidos por alguno de estos dos sistemas de vida (Para nuestra mala fortuna siempre optamos por el idealismo) y entonces al idealizar la vida nos estrellamos contra la realidad, que no se sujeta a nuestros sueños y nos hace sufrir al no comprender por qué no se cumplen nuestros deseos. Ejemplos sobran, mencionaré algunos: Todos creemos -porque estamos condicionados para ello- que los celos son reflejo de nuestros sentimientos de inseguridad; que los seres humanos no son propiedad de nadie; que los padres aman a sus hijos y estos respetan a sus progenitores; que al elegir una pareja ésta nos debe respetar y ser fiel hasta que la muerte nos separe; que los satisfactores materiales de la vida son directamente proporcionales a nuestras capacidades profesionales; que todos somos vanidosos y necesitados del reconocimiento de nuestros semejantes y otras muchas más ideas, unas equivocadas, otras correctas -depende de cada quien- que hemos adquirido por diversos medios a lo largo de nuestra vida y que forman parte de nuestra educación, nuestro acervo cultural. Y así vivimos, convencidos de la corrección política de nuestras vidas. Pero… en lo más profundo de nuestra alma, se agitan violentas pasiones que nos tiranizan aunque no seamos capaces de reconocerlo y así, resulta que todos somos celosos por inseguros; todos nos sentimos dueños absolutos de nuestros seres queridos y ejercemos alguna violencia sobre ellos; sufrimos cuando nuestra pareja, hastiada de la tortura que le significa la vida con nuestras manías nos abandona o sustituye; nos dolemos del desamor de nuestro hijos o de la nula atención o tiranía de nuestros padres hacia nosotros; y nos frustramos cuando creemos que no nos valoran como nos merecemos en nuestros ámbitos profesionales; Tememos estar enloqueciendo al darnos cuenta que somos capaces de imaginar los más terribles escenarios de crímenes y maldad que creemos a nadie se le pueden ocurrir. En suma: Somos una humanidad cuya esencia no coincide con las circunstancias y eso nos hace sufrir. Las tragedias nos ocurren porque hemos idealizado nuestra persona hasta el punto de no darnos cuenta –mejor dicho, no querer darnos cuenta- que tenemos defectos capaces de llevarnos a la destrucción social, moral y hasta física. Si tan sólo hubiéramos leído… Entonces comprenderíamos que nuestra naturaleza humana imperfecta por su animalidad tiende a satisfacer sus impulsos… Freud dixit. Si leemos, comprenderemos que “Otelo” es un personaje con el que Shakespeare nos hace saber que como él, todos los seres humanos somos inseguros y poco previsores y entonces tendríamos más elementos para reencauzar nuestra conducta; quizá hasta lograríamos padecer menos por celosos. Si leemos, aprenderemos que como en “El Lazarillo de Tormes” alguien tiranizado por nosotros nos colocará justo frente del enorme pilar de la realidad y como el ciego nos partiremos la crisma contra él por no respetar la libertad de nuestros congéneres. Al leer nos daremos cuenta que “Nora” la heroína de “Casa de Muñecas” de Henrik Ibsen abandona su hogar y a sus hijos en busca del respeto que se debe como ser humano; ya después podrá aspirar a ser una buena pareja y hasta una mejor madre. Cuando leemos, la “Carta al Padre” de Franz Kafka la suscribimos inmediatamente si nos identificamos con su esencia, pues expresó mejor que nadie el dolor que le causó la tiranía de su progenitor y volveremos la vista con mayor piedad hacia el nuestro, y comprenderemos que nuestro padre no hizo más que repetir los esquemas aprendidos con mayor sufrimiento que el que pudiéramos haber padecido nosotros mismos y nos cuidaremos muy bien –si no somos necios- de no esclavizar también a nuestros hijos. Por medio de la lectura seguramente podremos sentir, como “Misha” el entrañable personaje de la novela “Mi Vida” de Antón Chejov: un amor sosegado por el trabajo físico, ese que permite sin mayores presunciones ni alardes de grandeza, ganar el pan noblemente desdeñando a los grandes señores, explotadores inescrupulosos de sus siervos. Estoy convencido que la lectura nos aliviará de la angustiosa sensación de padecer demencia al saber que jamás nos sucederá lo que al Dr. Jekyll, quién logró desdoblar su personalidad por medio de una pócima y depositó toda la maldad de que era capaz, en el abominable Mr. Hyde… aunque todos seamos, en algunos momentos de nuestra vida, muy capaces de sentir su furor maligno. La lectura nos salvará de la necesidad de reconocimiento a nuestra inteligencia: el mismo sentimiento que orilló a Raskolnikov, pleno de fatuidad y engreimiento, a confesarle al inspector de policía, cómo dio muerte a la anciana usurera en la novela “Crimen y Castigo” de Dostoievsky. Por supuesto, no debemos soslayar la lectura de temas científicos e informativos por medio de los cuales seremos capaces de salir del lodo del fanatismo y la superstición y le agradeceremos a Carl Sagan (El Mundo y sus demonios) que nos haya aconsejado llevar a nuestros hijos a vacunar, o a algún familiar, o acudir nosotros mismos a una consulta médica con especialistas, en vez de implorar el concurso de potencias divinas, sobrehumanas y folclóricas para aliviar alguna enfermedad grave. Si leemos nos informamos de las posibilidades matemáticas de obtener ganancias millonarias en la lotería y ante la realidad de las cifras nos apaciguaremos y evitaremos la humillación de ser abofeteados con ramos de distintos yerbajos por personas que a veces ni su nombre saben escribir pero que aseguran tener el “poder divino” que obrará en nuestro favor para volvernos ricos. Resumiendo: Un filósofo de la antigüedad pronunció una máxima absoluta “La verdad os hará libres” Ahora podremos comprenderla mejor si la afinamos: “La lectura, en verdad os hará libres. IV.- La Animación lectora en la Educación Básica. Animar una lectura significa darle ánima, alma, sustancia, vida, a esos otros mundos posibles de los que Delia Lerner escribe en su libro arriba citado, por ello, de suma importancia para el logro del hábito gozoso de la lectura es la manera de desarrollar la actividad de quién se plante ante un auditorio pendiente para escucharlo. Es imprescindible que sea alguien amante de la lectura, capaz de descifrar los escenarios físicos y los estados anímicos que el texto posea; Deberá estar lleno de recursos visuales, auditivos, de intenciones, de tonos, timbres, intensidades y silencios plenos de tensión dramática para conmover totalmente al auditorio. Que logre con su voz entregar a sus escuchas toda la gama de sentimientos, contenidos e intenciones explicitas e implícitas que ese texto contenga. Muy importante es que dado que trabajará con pequeños, pues se dirigirá a alumnos de educación básica, su trabajo pueda despertar en ellos el deseo de seguir leyendo y de recrear en su cabeza los “sonidos” escuchados durante la sesión, que pueda imaginar las distintas voces y elementos sonoros percibidos o intuidos y que trate de leer imaginando, escuchando, sintiendo y hasta percibiendo olores, formas y texturas, gracias al antecedente recibido de la manera de leer del animador lector. Es en éste ámbito: la Educación Básica en dónde, si la actividad estuvo desarrollada con calidad, con los mayores recursos que la imaginación y la creatividad aconsejen, el individuo adquirirá el gusto por la lectura y por extensión comenzará a conocer otras ideas, otras maneras de interpretar la vida, comenzará a analizarla y por medio de este análisis -aún elemental evidentemente, dada la juventud de la población escolar- comenzará el camino hacia la libertad intelectual que lo librará de prejuicios, de fanatismos, de supersticiones; comenzará a librarse de idealismos que, como hemos visto, sólo dificultan el camino de la correcta interpretación de la realidad causando sufrimiento a quien no comprende que esta es inconmensurable, inconmovible, a veces inabarcable, pero que está allí y no hay cómo librarse de ella, más bien hay que adaptarse a ella, poniendo en acción el uso práctico de la inteligencia que no es otra cosa que el confrontamiento armónico del individuo con todas las formas de vida y que estas son múltiples y variadas. Profr. Armando Daniels Arellano. Julio de 2012.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Sobre el trabajo de los Profesores

¿Profesionales de la educación, o sólo empleados?

MANUEL PÉREZ ROCHA

Muchas de las reformas y acciones que se están poniendo en marcha en el sector educativo, principalmente en la SEP, pero no sólo ahí, alejan cada vez más la posibilidad de que el magisterio se constituya en comunidades colegiadas de profesionales de la educación, condición sin la cual la educación no puede responder a los retos de la vida contemporánea, a la ansiada elevación de su calidad y eficacia, ni satisfacer las necesidades educativas y culturales de la población. Los maestros de todos los niveles del sistema escolar han sido convertidos en masas de empleados, disgregados, incluso confrontados entre sí mediante continuos concursos y competencias y el establecimiento de extensos escalafones, sometidos a sistemas de vigilancia y control excesivos, burocráticos e ineficaces.
La mayor parte de los maestros padecen una proletarización opuesta al tipo de relaciones laborales implicadas en la función cultural y docente que les compete, y son convertidos en empleados de organizaciones jerarquizadas, verticales, preocupadas sólo por indicadores cuantitativos estrechos de productividad y supuesta buena calidad. La Carrera Magisterial de los maestros de educación básica, lejos de constituir un proceso de profesionalización, es un sistema de sobornos monetarios para someterlos a esquemas de trabajo concebidos y dirigidos desde el centro, y lo mismo son los sistemas de estímulos para los maestros de otros niveles. Los nuevos maestros son seleccionados mediante exámenes nacionales mecanizados, de opción múltiple, que se califican con computadora, y la evaluación del trabajo de los maestros en servicio se hace mediante procedimientos despersonalizados que de manera falaz pretenden sustentarse en la cuantificación de resultados (el desempeño de los estudiantes en exámenes estandarizados) confundidos con méritos. Se trata de la invasión del espacio educativo por la perspectiva, los intereses y los métodos de la empresa capitalista y las políticas tecnocráticas que incluso lo inundan ya con su verborrea hueca de misión, visión y valores (léase como ejemplo lo que al respecto establece la Carrera Magisterial de la SEP).
Para quienes dirigen el sistema educativo y muchas de las instituciones que lo componen, los maestros no son dignos de confianza; regidos por las teorías económicas dominantes esos funcionarios consideran que sus empleados sólo persiguen su interés egoísta, que su comportamiento se explica por medio de la teoría del Homo economicus, y no pueden ser motivados más que con dinero. Acólitos de un conductismo caduco someten a maestros (y también a los estudiantes) a desastrosos programas de premios y castigos.
Ese es mi empleado, respondió enfático y despectivo Ernesto Zedillo, cuando era presidente de la República, a un reportero quien sugirió que el ex presidente Miguel de la Madrid (entonces director del Fondo de Cultura Económica) había cuestionado su autoridad. Atendió Zedillo con esa expresión a la raíz de la palabra emplear, que es doblar, doblegar, someter (del latín implicare) y es lo que entienden los patrones que aprovechan las necesidades de los trabajadores (aunque por supuesto el ex presidente no era el caso) para someterlos a sus designios, intereses y, no pocas veces, caprichos. Esta es la postura de desprecio que adoptan los funcionarios del sistema educativo que ven a los maestros como simples asalariados y consideran que éstos y los funcionarios de menor rango son sus empleados y en nombre de una supuesta institucionalidad exigen obediencia incondicional. Esa deformación del significado de la institucionalidad y del carácter de los trabajadores del Estado es muy grave en el caso de los maestros, pues pervierte la materia misma del trabajo que realizan.
La educación es, como pocas, una actividad que ha de ser ejercida por profesionales. No es casualidad que a quienes lo hacen se les llame profesores. Aun un sencillo programa de entrenamiento implica conocimientos, habilidades y actitudes sólidas que no se adquieren sólo en la etapa de formación en las aulas sino en la práctica, analizada y discutida con los colegas, y en el estudio continuo de su campo de trabajo. La formación de los maestros se hace necesariamente en el trabajo y mediante el trabajo. Además, son los resultados de las experiencias en el aula lo que debe orientar los planes y las normas que conducen al sistema educativo, y no sólo las elaboraciones que hacen en los escritorios los especialistas.
Hoy es imprescindible el aporte organizado del magisterio a la conducción del sistema educativo, pues al funcionariado que lo dirige lo caracteriza una profunda ignorancia de nuestra riqueza educativa, su única guía es el nuevo gurú de las competencias entronizado por los banqueros y economistas de la OCDE (véase, por ejemplo, la bibliografía que sustenta el examen de selección de maestros de educación básica). Por supuesto ignoran que la educación mexicana fue ejemplo mundial durante décadas, apoyada en el pensamiento pedagógico, filosófico y social de maestros e intelectuales mexicanos como Ignacio Ramírez, Ignacio Manuel Altamirano, Manuel Gutiérrez Nájera, Justo Sierra, Alfonso Reyes, José Vasconcelos, Moisés Sáenz, Rafael Ramírez, Gregorio Torres Quintero, Lauro Aguirre, Abraham Castellanos y de educadores de otras partes como Pestalozzi, Rébsamen, Ferrer Guardia o Freinet.
La tarea del magisterio en la educación básica y en el bachillerato es particularmente compleja, ardua y comprometedora. En esos niveles el quehacer del maestro es no solamente informar y capacitar sino, sobre todo, necesariamente, dar ejemplo de trabajo intelectual y comportamiento ético. Esta actividad profesional implica un entorno de trabajo y un tipo de relaciones laborales distintos a los que sufren los empleados subordinados a un sistema prepotente y autoritario. Pero es claro que ese entorno y relaciones no las concederán los tecnócratas neoliberales que dirigen hoy la educación, sino que serán construidas por la organización y las batallas que libren los trabajadores profesionales de la educación.

sábado, 23 de abril de 2011

Luchar pacíficamente por la paz.

Desfiladero
Luchar pacíficamente por la paz, la única salida
Jaime Avilés
En la antigüedad clásica, antes de la construcción del Anillo Periférico, los adultos nos explicaban a los niños capitalinos que Insurgentes era la avenida más larga del mundo. Por el sur, decían, llega hasta Acapulco y, por el norte, a Ciudad Juárez.

Esa avenida imaginaria y al mismo tiempo verdadera –que se prolongaba más allá de los Indios Verdes hacia Pachuca, Matamoros, Reynosa y Nuevo Laredo, y que a la altura de Ciudad Valles doblaba, a la izquierda, hacia San Luis Potosí, y desde el emporio del queso de tuna ofrecía opciones, al suroeste, hacia Morelia; al oeste, a Guadalajara; al noroeste, hacia Tepic-Mazatlán-Culiacán-Obregón-Hermosillo-Mexicali y Tijuana, y a través del desierto, rumbo al norte, hacia Zacatecas-Durango-Torreón-Chihuahua y Juárez–, dentro de algunos días podría adquirir un profundo significado político y tal vez histórico.

Todas las ciudades que enlaza esta serpentina de pavimento y chapopote están ensangrentadas y de luto, algunas ya heridas de muerte, por la guerra hipócrita de Felipe Calderón, los dueños de México y la buroclase política, una guerra que, ahora todas y todos lo tenemos más claro que nunca, no es, no fue y jamás será contra el narcotráfico, ni contra el dinero de la droga –50 mil millones de dólares anuales que mantienen funcionando al país y le permiten al gobierno regalar el petróleo a sus amos–, sino contra las garantías individuales, la justicia universal y expedita (que no existe sino en el papel, pero podría incluso ser borrada de éste) y el libre albedrío, personal y colectivo (que otros llaman democracia, pues dizque nos faculta a votar por quien nos dé la gana), bajo la tutela de la Constitución (que hoy corre tanto o más peligro que un pasajero a bordo de un autobús en Tamaulipas).

El próximo jueves 5 de mayo, un segmento de esa carretera, que va de Cuernavaca al DF, se convertirá en escenario de una protesta pacífica y simbólica, que no oculta su intención de unificar y sacar del anonimato, el silencio y el miedo a millones de mexicanos y mexicanas que en todos los ámbitos de la República –eufemismo alusivo a una esperanza, no a una realidad– están hasta la madre de esta dictadura genocida que ya no disimula, sino al contrario, intenta legalizar descaradamente su insaciable sed de sangre.

Si se agotaron, como insiste Pemex, los mejores campos petroleros del sureste (y por eso van a malbaratarlos a empresas de Estados Unidos, Inglaterra y España, que auspiciaron el fraude electoral de 2006 y, en tardía recompensa, nos robarán todo el aceite y gas que puedan, mediante los contratos incentivados prohibidos por la ley, aunque avalados, eso sí, por la Suprema Corte), a cambio de nuestra inverosímil escasez de hidrocarburos, tenemos un nuevo motivo de orgullo: hoy por hoy somos, gracias a Calderón, uno de los países más ricos del mundo en yacimientos ilegales de cadáveres.

El primer secuestro colectivo del sexenio, hasta donde se sabe, ocurrió el 16 de mayo de 2007, apenas cinco meses después de la heroica declaración de guerra del espurio. Esa noche, el líder de la sección 49 del sindicato de Pemex, David Vega Zamarripa, salió de sus oficinas en Cadereyta, Nuevo León –40 kilómetros al norte de Monterrey–, junto con varios acompañantes. Ninguno llegó a su casa. Al día siguiente, los plagiarios se comunicaron con Hilario Vega Zamarripa, hermano del dirigente, y lo citaron en el desierto para negociar el rescate. Jamás regresó. En pocos días desaparecieron más de 30 sindicalistas.

No eran –informó Diego Enrique Osorno– disidentes sino amigos de Carlos Romero Deschamps, cacique nacional del gremio; tenían fama de corruptos y actuaban como típicos priístas mafiosos. Quienes se los llevaron, según el reportero que investigó su caso, no pensaban cobrar para soltarlos: más bien, los borraron del mapa para adueñarse del negocio de la venta de plazas, que deja mucho más. Calderón nunca dijo nada al respecto, los levantacejas no montaron ningún escándalo, el Ejército no movió un dedo, la Marina tampoco, García Luna menos.

Casi cuatro años y más de 40 mil muertos y 13 mil desaparecidos después, al calor del hallazgo de incontables narcofosas –sólo en Ciudad Juárez, según Charles Bowden, podría haber de 100 a 300—, los datos que nutren el horror cotidiano –cuerpos con el cráneo hundido, en señal de que fueron asesinados a mazazos (Durango), más de 400 maletas que nadie reclama hace meses en la estación de autobuses de Matamoros, porque sus dueños fueron secuestrados en las carreteras de Tamaulipas (nota de Sanjuana Martínez)–, hablan de una incapacidad supina del gobierno, o de un claro entendimiento entre éste y los cárteles, con la bendición de Estados Unidos.

En ese triángulo todos ganan: el gobierno, porque el dinero de la droga financia muchas actividades económicas legales que mantienen a flote a miles de empresas y millones de personas; los cárteles, por obvias razones, y la Casa Blanca porque los narcodólares también le sirven como salvavidas a una economía en quiebra, mientras la violencia, el terror y el genocidio, de este lado del río, le garantizan absoluta sumisión por parte del hombrecito de Los Pinos.

Como los únicos damnificados por estas alianzas perversas somos la gente que vive y muere aquí, leyendo en los periódicos las posibles variantes de la espantosa muerte que nos aguarda si las cosas no cambian, lo saludable, lo sensato, lo civilizado sería formular un programa de tres puntos: 1) exigir y lograr la renuncia de Calderón y su gabinete, 2) alcanzar un acuerdo de todas las fuerzas representadas en el Congreso para nombrar un gobierno provisional, y 3) que éste convoque a elecciones anticipadas en un plazo máximo de seis meses. Por desgracia, como quienes realmente mandaron al diablo las instituciones fueron los panistas y los priístas (con el apoyo de los Chuchos y el Yunque), el país se quedó sin estructura y no es posible ningún cambio de poderes, fuera de la vía electoral, porque el caos que ya nos desarticula nos conduciría a una violencia mil veces peor, de la que sólo obtendrían beneficios quienes tienen armas, es decir, Calderón y los narcos: los demás, únicamente aceleraríamos nuestro propio exterminio.

Pero, lo que son las cosas, esto, la intensificación del empleo de las armas, es ni más ni menos lo que pretenden Calderón y los diputados del PRI y del PAN que pasado mañana intentarán aprobar una reforma a la Ley de Seguridad Nacional para autorizar al Ejecutivo a usar las fuerzas armadas contra movimientos o conflictos de carácter político, electoral, de índole social o del trabajo, cuando se considere que constituyan una amenaza a la seguridad interior. En otras palabras, lo que quieren en Los Pinos es dar un nuevo golpe de Estado en 2011, ahora más cruento, para evitar con mayor derramamiento de sangre, sudor y lágrimas el triunfo de la oposición en las elecciones de 2012.

Contra este régimen monstruoso, contra la guerra estúpida e hipócrita que es su única razón de ser, contra la dictadura militar que está pariendo, y para tapar el manantial de sangre inocente que lo nutre; por una paz sin atenuantes, por la transformación del país, por la felicidad de las generaciones venideras, salgamos todas y todos a caminar, a partir del 5 de mayo, desde Cuernavaca o donde estemos, hacia el Zócalo. Recordemos a Gandhi en la gran marcha por la sal.

jamastu@gmail.com

jueves, 17 de junio de 2010

Copa del mundo ¿diversión o maniobra diversiva de masas?

Copa del Mundo: ¿diversión o maniobra diversiva de masas?
Guillermo Almeyra
Debo aclarar, antes que nada, que desde hace más de 75 años, o sea, casi desde que el amateurismo fue sustituido por el incipiente futbol profesional, soy hincha de ese deporte. Pero pienso que no darse cuenta de la utilización ideológica y política del campeonato mundial de futbol por el capitalismo, es dar prueba de enorme superficialidad y gran ingenuidad. Porque el futbol hace décadas que dejó de ser un deporte para transformarse en un negocio que mueve centenares de miles de millones de dólares y, en particular, desde la utilización que le dio el nazismo en los años treinta, en herramienta de propaganda política para obtener aunque sea una momentánea unión nacional detrás de los gobiernos.

No es necesario recordar la promoción del deporte de Estado por Mussolini, Hitler o Stalin, o lo que fue para la dictadura el Mundial de Futbol que Argentina ganó en Buenos Aires, mientras fuera de los estadios desaparecían decenas de miles de los mejores jóvenes y otros luchadores, entre ellos cientos de deportistas y atletas profesionales. Ese futbol donde unos cuantos muy bien pagados juegan ante millones de personas que jamás podrán practicar un deporte porque no tienen campos, salarios ni alimentación suficientes, ni tiempo libre al terminar sus trabajos extenuantes y mal pagados, y por eso simplemente miran la caja idiota que, de paso, se populariza y redime cada tanto de sus crímenes contra la conciencia política y la cultura populares, aunque aparezca como una diversión es, en realidad, una maniobra diversionista.

Como en la época de los emperadores romanos, si no hay mucho pan se da circo para que la gente no piense o, mejor dicho, que piense en cosas sin importancia, creyendo participar y ser sujeto en un espectáculo promovido por los dueños del poder para controlar incluso los sentimientos y dar una falsa sensación de alegría a las víctimas del capital, desviando su atención de las crisis, las matanzas, el desastre ecológico, la desocupación, las hambrunas, la explotación y la opresión.

Como las drogas, este tipo de futbol crea una burbuja, un mundo ficticio. Es más, hoy, en la mayoría de los países el futbol profesional, es el verdadero opio del pueblo, mucho más que la religión, pues ésta no llena la vida de los hinchas desde el lunes hasta el miércoles y desde el viernes hasta el fin de semana con la misma intensidad ni de la misma manera absoluta. También como las drogas, la prostitución o las industrias del juego y de los entretenimientos (o sea, de los instrumentos cotidianos de dominación del capital y de encarrilamiento del tiempo libre de las clases dominadas), ese tipo de deporte pasivo y tramposo es un excelente negocio.

La FIFA (Federación Internacional del Futbol Asociado) posee más de mil millones de dólares y el año pasado ganó 300 millones simplemente cobrando comisiones a las federaciones integrantes. Y la compra-venta de jugadores –quienes encuentran en un mundial una vidriera para su exposición– mueven cientos de millones de dólares que quedan en manos de los dirigentes de los clubes, de los intermediarios y representantes, y de otros tantos coyotes, y sólo en muy pequeña medida llegan a los modernos gladiadores de este circo.

Por supuesto, aunque en todas partes del mundo se presenta la utilización capitalista de un deporte popular (Silvio Berlusconi es propietario del Milán y en ese carácter obtiene votos de imbéciles, y Mauricio Macri, el gobernador de la ciudad de Buenos Aires, fue elegido porque fue presidente del Boca Juniors, con el voto de miles de hinchas despistados), la magnitud de esa utilización varía de acuerdo con la orientación política de los diversos gobiernos.

En efecto, en todas partes se cuecen habas, pero, como decía Juan Gelman, en algunas se cuecen sólo habas… Los gobiernos mal llamados populistas en particular, intentan hacer del deporte (pasivo, televisivo) una herramienta ideológica para construir una efímera unión nacional y una fuente de gloria moderna y barata, de cartón pintado.

En Argentina, por ejemplo, el gobierno le quitó al monopolio Clarín el futbol por abonamiento televisivo (un negocio de 4 mil millones de dólares) y lo transmite gratis, para todos, y con motivo de este mundial regaló más de un millón de decodificadores digitales para que todos lo pudieran ver. Sin duda, esas medidas constituyen una democratización de los espectáculos. Sin embargo, hay un pero: el canal oficial –el 7– se saturó de futbol, eliminó los programas informativos y de opinión, así como los debates de todo tipo, y así dio un importante impulso a la estupidización de la opinión pública y a la utilización demagógica de los recursos públicos, que podrían haber sido destinados a usos culturales, reforzando la campaña diversionista del capital mundial.

De modo que, en la mayor crisis económica y social del capitalismo mundial y en una crisis ecológica que podría ser fatal para el destino de la civilización y del planeta, viviremos preocupados durante un mes por unas pelotas y, perdónenme la expresión, por unos pelotudos charlatanes y explotadores de la ingenuidad. También en esto, una civilización en profunda descomposición imita los métodos de la decadencia del siglo III de nuestra era, durante el Bajo Imperio Romano.

sábado, 5 de junio de 2010

DESFILADERO por Jaime Avilés

Desfiladero

¿Día de luto nacional? ¡No! ¡Justicia! ¡Basta de patrañas!
Jaime Avilés
Daniel Hernández, de 13 años, César Alejandro Cuéllar, de 15, y Eduardo Cuéllar, de 17, agregaron sus nombres a la interminable lista de niños mexicanos asesinados por el "gobierno" de Felipe Calderón. Regresaban de la escuela a sus casas, en Reynosa, Tamaulipas, cuando cerca del poblado Los Cavazos fueron ametrallados por elementos del Ejército, según testigos, "por no detenerse" en un retén militar. Pero, ¿de veras no se detuvieron?

Porque la noche del sábado 3 de abril, Martín Almanza Rodríguez, de 30 años, quien manejaba una camioneta en la que se dirigía con su esposa, sus hijos y otra familia hacia la playa de Bagdad, en Matamoros, sí se detuvo, a la altura del kilómetro 118 de la carretera Nuevo Laredo-Reynosa, ante otro retén militar, y sin embargo los soldados comenzaron a dispararle, dando muerte a Bryan Almanza, de cinco años, y Martín Almanza Salazar, de nueve.

En aquellos momentos, en la memoria colectiva aún estaba fresco el recuerdo del asesinato, cometido también por soldados, de dos estudiantes del Tec, de una rica señora que circulaba en una camioneta negra, y de un matrimonio a la puerta de una fábrica, todo esto en Monterrey. Cuando se produjo el fusilamiento de los niños Almanza en Nuevo Laredo, el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, volvió a enrollarse las mangas de la camisa retórica, como queriendo pelear a trompadas contra todos los cárteles del mundo a la vez, y corrió sobre los nuevos cadáveres la enésima cortina de humo verbal del sexenio, para tratar de ocultar lo inocultable.

Millones de mexicanos hemos recibido con indignación el anuncio de que hoy es día de luto nacional, en memoria de los 49 niños que el 5 de junio del año pasado murieron asesinados por la corrupción, la incompetencia y la impunidad gubernamental en la guardería ABC de Hermosillo. ¡Basta de patrañas!

De nada valdrán las caras largas, las corbatas negras, las banderas a media asta, los discursos hipócritas, mientras no sean detenidos, juzgados y sentenciados por sus respectivas culpas en el homicidio de los 49 niños, Juan Molinar Horcasitas, ex director del Seguro Social, quien asignó la guardería a quienes mantenían a los menores hacinados en ella en condiciones de alto riesgo; Eduardo Bours Castelo, gobernador de Sonora el día de la tragedia; Daniel Karam, director del Seguro Social el día de la tragedia, y la decoradora de interiores y amiga íntima de Margarita Zavala de Calderón, Carla Rochín Nieto, coordinadora de guarderías del Seguro Social el día de la tragedia.

Junto con ellos deben ser detenidos, juzgados y sentenciados, por las mismas causas, Sergio Salazar Salazar, Arturo Leyva Lizárraga y Noemí López Sánchez, quienes eran, respectivamente, director nacional de prestaciones económicas del IMSS, delegado estatal del IMSS en Sonora y jefa del departamento delegacional de guarderías del IMSS el día de la tragedia.

Asimismo deben ser detenidos, juzgados y sentenciados Wilebaldo Alatriste Candiani, Ernesto Vargas Gaytán, Fausto Salazar Gómez y Jorge Melchor Islas, quienes eran, en ese orden, titular de Protección Civil, secretario de Hacienda, director general de recaudación de Hacienda y subdirector de control vehicular de Hacienda, por parte del gobierno de Sonora, el día de la tragedia. A la cárcel y a los tribunales deben acompañarlos Ernesto Gándara Camou, quien era presidente municipal de Hermosillo, y Jesús Davis Osuna y Roberto Copado Gutiérrez, quienes eran responsables del área de inspección y vigilancia municipal el día de la tragedia.

Y desde luego, tienen que enfrentar sus responsabilidades penales los dueños de la guardería, empezando por Marcia Altagracia Gómez del Campo, prima de Margarita Zavala de Calderón, y sus socios. Mientras ninguno de los integrantes de este grupo de infanticidas sea molestado con el pétalo de una orden de aprehensión el país seguirá sumido en la furia y la repugnancia contra quienes dicen y creen que nos gobiernan.

Si hemos de ser congruentes, que también sea de luto nacional la fecha en que por última ocasión fue vista con vida Paulette Gebara Farah, toda vez que luego del hallazgo de su cuerpo en un lujoso condominio del estado de México, la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) tomó muestras de su cerebro, sus pulmones, sus riñones, su humor vítreo y su sangre, y tras analizarlas en su laboratorio de la ciudad de Quantico, Virginia, el pasado 12 de mayo a las 15:07 horas, emitió el reporte número 100422023, del caso 163G-MX-14103, y concluyó que la niña había sido víctima de un homicidio, según consta en las redes sociales de Internet.

Por tanto, al avalar con su silencio la versión oficial del ex procurador mexiquense, Alberto Bazbaz, y de su equipo de fabricantes de mentiras, en el sentido de que la muerte de Paulette fue accidental, Enrique Peña Nieto se hizo cómplice, por encubrimiento, de los autores de ese homicidio. En realidad, en México deberían ser de luto nacional todos los días del año, pues a diario pierden la vida inocentes de todas las edades por culpa de una pandilla de fascistas voraces, ineptos e irresponsables, que día tras día edifica una dictadura sanguinaria delante de nosotros y sin la menor discreción.

¿O si no qué significa eso de que, muy pronto, todos los estados de la República y el Distrito Federal estarán a las órdenes de una "superpolicía única", dirigida por Genaro García Luna? ¿Y después qué vendrá? ¿La declaratoria del estado de excepción y la suspensión de garantías individuales? ¿Y luego? ¿El aplazamiento indefinido de las elecciones de 2012 y la proclamación de Felipe, el terror de los niños, como caudillo de México por la gracia de Dios, de Obama, de Zapatero, de British Petroleum y de Repsol?

¿Será ese, el de Calderón y García Luna, el "grupo de poder" al que aludió Fauzi Hamdan ante el micrófono de Carmen Aristegui, al hablar del secuestro de Fernández de Cevallos? Todo puede pasar ya en las ruinas del patio trasero de un imperio gobernado por un canalla como Obama, que optó por agacharse a lamer los zapatos del ejército de Israel y justificar por medio de su vicepresidente el bombardeo con fósforo blanco, la lluvia de balas, las detenciones, las golpizas, el robo de dinero y celulares y demás vejaciones cometidas por Tel Aviv contra una flotilla de ayuda humanitaria a Palestina, en la que viajaba, entre otros, el genial novelista sueco Henning Mankell.

Pero canallas hay en todas partes –¿a poco?, dirán ustedes–, y el gobernante de Francia, Nicolás Sarkozy, olvidó a la secuestradora Florence Cassez en cuanto su homólogo mexicano le compró millones de dosis de una vacuna contra la polio, llamada Opvero, que fabrican los laboratorios galos Sanofi Pasteur, y que terminó de aplicarse ayer en todo el país, en el marco de la Semana Nacional de Salud. El medicamento fue distribuido dentro de un envase con instrucciones, ojo, "en inglés, francés y griego, pero no en español", denuncian médicos amigos de esta columna. La innecesaria adquisición de este producto en el extranjero, añaden, perjudicó a los trabajadores del laboratorio mexicano Birmex, que por tal motivo dejaron de producir la vacuna antipolio Sabin.

El negociazo, sin embargo, sirvió para algo que nos debe llenar de orgullo patrio a todos. El pasado 9 de febrero, en París, Sarkozy condecoró como caballero de la Legión de Honor al secretario de Salud, José Ángel Córdova Villalobos, en reconocimiento a su labor de "más de 30 años en favor de las buenas relaciones de México y Francia". ¡Por favor, basta de patrañas! ¡Justicia a Paulette, a los bebés de Sonora y a todos los niños asesinados por Calderodes!

jamastu@gmail.com

domingo, 9 de mayo de 2010

Sobre la calidad en el teatro

¿Desde qué punto de vista se puede hablar de calidad en un espectáculo teatral?

Toda actividad artística no es más que un intento por establecer una semejanza con la realidad; cuando hay talento, interpretarla y cuando hay genialidad, superarla.

Cuando nos enfrentamos a un hecho artístico lo que nos afecta invariablemente del mismo es la similitud que tiene con lo que nosotros percibimos de la realidad.
La vida es diferente para cada persona, la actividad humana es compleja y lo que nos interesa de un suceso está en relación directa con nuestra personalidad, entendida como la suma de nuestro temperamento y nuestra educación, que a su vez es el conjunto de valores morales, principios éticos e información del mundo que conocemos y que decidimos hacer nuestros a partir de los propios intereses, deseos, ambiciones, complejos, limitaciones y demás elementos que la conforman.
El teatro nos muestra en toda nuestra humanidad. La cultura griega tenia por cierta la sentencia de que para resolver nuestros problemas deberíamos analizarlos y para analizarlos nada mejor que escenificarlos.
Al ver reflejada nuestra manera de ser; al contemplar, por medio del teatro, el curso de otras vidas, hacemos análisis, someros o rigurosos, eso depende de cada quien, de los errores o aciertos de tal o cual personaje que estamos viendo y nos ponemos en su lugar para expresar cómo podría evitar el sufrimiento que lo martiriza o bien qué acciones puede acometer para cambiar el curso de su vida.
Este análisis nos lleva indefectiblemente a tomar decisiones, que si bien quizá no las pongamos en práctica pues cambiar de hábitos nunca es una tarea fácil, sí nos dará más datos sobre las circunstancias que influyen en nuestro acontecer.
Pero lo que a al espectador “X” le parecerá importante de la escenificación que está presenciando puede parecerle fútil al espectador “Y”, que por su personalidad o ideología hubiera preferido que se acentuara más otro aspecto de esa misma obra. Y aquí es donde interviene específicamente el problema de la calidad en un hecho artístico.
No es la intención de estas líneas definir el término “Calidad”, existen muchas posibilidades de que ese vocablo no se defina nunca a cabalidad, quizá se puedan establecer parámetros, gradientes, paradigmas, o alguna de esas palabras tan en boga en estos días de globalización, que nos den algunas características sobre cómo deben estar fabricados o construidos los productos que se necesitan para vivir medianamente a gusto, pero con apego a la certeza, algún aspecto quedará siempre de lado en cualquier definición.
Pero cuando se trata de establecer alguna “medida” que pueda darnos bases para juzgar cuándo un hecho artístico tiene calidad, el conflicto es muy extenso, veamos por qué:
Para una parte de los espectadores es muy posible que una obra de teatro iluminada con los más modernos equipos; vestida con prendas de la mejor manufactura; decorada con profusión de materiales costosos; con desplazamientos actorales de precisión matemática y otras muchas características, cumpla con sus expectativas en cuanto a la calidad del espectáculo, aunque el desempeño de los actores no sea el adecuado o peor aún, cuando la obra en cuestión no haya sido comprendida por algunos de sus ejecutantes y haya pasado por alto o tergiversado el contenido de la misma, y este contenido puede ser, además, filosófico (Shakespeare, Ibsen, Becket…) ético (Esquilo, Sófocles, Eurípides…) Político (Brecht, Genet…) y un largo etcétera, con lo cual no podríamos decir que es de mala calidad, sino que, simplemente no hubo un hecho con esencia humana y que lo que vimos fue algo muy “elaborado”.

Jerzy Grotowsky se dio cuenta de esta circunstancia y hace algunas décadas impulsó una corriente que hizo escuela: la del “Teatro Pobre” en la que sostiene que una obra de teatro puede efectuarse en un escenario desnudo, con la mínima iluminación, y hasta con actores en calzoncillos o sin ellos y sin embargo ser un espectáculo conmovedor hasta el delirio por la riqueza expresiva de los artistas y por la comprensión exacta del sentido filosófico, ético, estético, político, económico, etc., del texto.
Esta contraposición nos refuerza de inmediato la sensación de que el término calidad requiere de un análisis muy profundo que nos remite al viejo tema de la subjetividad.
No obstante intentemos una tercera línea de análisis:
Si una representación teatral contara con todos los elementos arriba señalados: un magnífico equipo técnico y excelentes interpretaciones ¿no estaríamos ante un espectáculo de calidad?
La respuesta está en los espectadores, quienes decidirán, repetimos, con base en su visión de la realidad y así, lo que para unos es importante, para otros pudo haberse evitado; habrán los que consideren que el “mensaje” estuvo claro, y los que juzguen que faltó destacar otros contenidos no menos interesantes y poco desarrollados.
La controversia es añeja, ahora la conocemos como “Neoliberalismo” contra “Humanismo”
En la primera sólo importa la productividad; en la otra sigue importando el “Ser”
En educación sucede lo mismo.

Quizá la mejor definición que pudiéramos usar para el término calidad sea la que Margarita Michelena dio para el arte:

Claridad y orden.


Profr. Armando Daniels Arellano.

México 2010: los pobres toman las armas.

Desfiladero

México 2010: los pobres toman las armas
Jaime Avilés

Como en 1810, cuando se rebelaron contra el colonialismo español; como en 1910, cuando se levantaron contra el porfiriato, los pobres de México han vuelto a empuñar las armas, ahora en 2010, para luchar de nuevo contra el espantoso destino que los ricos se obstinan en imponerles. Hay sin embargo profundas y marcadas diferencias entre los estallidos sociales de hace 100 y 200 años y el de hoy.

La más obvia: aquéllos fueron promovidos por dirigentes políticos, que llevaron a las masas a la lucha violenta en busca de soluciones colectivas a problemas comunes. Quienes participan en el alzamiento actual, lo hacen bajo las órdenes de empresarios clandestinos y persiguen objetivos individuales.

En los tres momentos históricos –1810, 1910, 2010–, la concentración de la riqueza en pocas manos, la expansión acelerada de la miseria, los privilegios inaceptables de una burocracia autoritaria, sorda, ciega y corrupta; la injusticia sistemática en perjuicio de los más débiles, la ausencia de perspectivas de cambio a corto y mediano plazos, la falta de espacios de negociación para acordar salidas pacíficas, detonaron, en cada caso, una guerra civil.

La de 1810 se propuso, y logró, abolir la esclavitud; liquidó la dominación extranjera y dio origen a un Estado nacional, sin pies ni cabeza. La de 1910 demandó, y obtuvo, la redistribución de la tierra entre los campesinos, el reconocimiento al derecho de huelga de los trabajadores y la transformación del Estado nacional en motor del desarrollo económico y tutor de un programa de conquistas sociales. La de 2010 es consecuencia del desmantelamiento del Estado nacional que en 1982 iniciaron De la Madrid y Salinas, y culminaron Zedillo, Fox y Calderón.

La guerra civil de 1810 abrió un periodo de caos político y económico, que duró más de 50 años y comenzó a cerrarse cuando Benito Juárez fortaleció la soberanía nacional después de derrotar en el campo de batalla a las tropas invasoras de Napoleón III y liberar a nuestro joven país del chantaje espiritual del Vaticano. Gracias a estos logros, Porfirio Díaz pudo organizar el Estado en la etapa final del siglo XIX, impulsar la industria y acelerar la construcción de infraestructura, pero siempre al servicio de las compañías inglesas que proliferaban aquí en esa época y para las cuales creó líneas ferroviarias que facilitaban el traslado de metales preciosos y otras materias primas de las minas y los campos a los puertos marítimos.

Otros 20 años de violencia generalizada y desastre económico sobrevinieron cuando el estallido revolucionario de 1910 engendró, primero, una guerra civil que se prolongó casi una década y, después, una nueva etapa de inestabilidad política, asonadas y cuartelazos, que incluyó el baño de sangre de la Cristiada y llegó a su fin con el ascenso de Plutarco Elías Calles al poder, más o menos al mismo tiempo que Hitler en Alemania y Stalin en Rusia.

No por casualidad el Partido Nacional Revolucionario (abuelo del PRI), el Partido Nacionalsocialista y el Partido Comunista soviético nacieron como partidos de Estado, columnas vertebrales de sus respectivos países, sin oponentes electorales y con un férreo dominio sobre el gobierno, las fuerzas armadas y los medios de comunicación. Los estados nacionales que surgieron bajo aquellos liderazgos, pese a ser casi hermanos trillizos en cuanto a sus estructuras, digamos, óseas, corrieron con distinta suerte. El más breve fue el alemán, que sucumbió en 1945; el más poderoso fue el ruso, que se convirtió en imperio y dominó la mitad del mundo hasta 1991, y el más longevo es el mexicano, que a sus ochenta y tantos años se puede derrumbar de un momento a otro, devastado por la guerra civil que, de tantas maneras, provocó Calderón.

Lo que comenzó, en diciembre de 2006, como una maniobra autoritaria para garantizar la permanencia en el poder de un gobierno de facto –la llamada "guerra contra el crimen organizado", que fue sólo un pretexto para sacar al Ejército a las calles en defensa de un tiranito muerto de miedo– desató en menos de cuatro años una verdadera guerra civil. Cuando lo más urgente era tomar medidas para optimizar el uso de los recursos públicos –invertir, por ejemplo, en la construcción de refinerías para dejar de importar gasolina a partir del tercer año del sexenio, y destinar el dinero resultante de este ahorro al impulso de actividades en provecho de los jóvenes más pobres–, Calderón continuó despilfarrando el presupuesto en beneficio de los ricachones que lo incrustaron en Los Pinos para que desde allí los sirviera como capataz.

En vez de reactivar el mercado interno, fomentar el empleo mediante obras de infraestructura, recortar los privilegios de la burocracia para ampliar los programas sociales, utilizar la renta petrolera en actividades productivas, Calderón siguió usando las ganancias de Pemex para devolverle el total de sus impuestos a los ricos y, con la complicidad de éstos, consolidar negocios ilícitos, como el que urdió con Mouriño al firmar un contrato con Perú para traer gas natural por barco y vendérselo a la Comisión Federal de Electricidad a precios estratosféricos.

Si De la Madrid, Salinas y Zedillo remataron entre sus amigos y socios todas las riquezas de la nación, excepto los hidrocarburos, Fox reventó el magno yacimiento de Cantarell y le extrajo las mayores ganancias obtenidas jamás por México en su historia. Sin embargo, esos casi 7 mil millones de dólares de utilidades netas fueron a parar a las arcas de la oligarquía y a las ridículas columnas de mármol de un rancho de ladrones en Guanajuato, multiplicando exponencialmente el crecimiento de la pobreza y de la miseria, y transformando el antiguamente llamado "ejército industrial de reserva" en milicias de las facciones armadas que hoy se disputan el control del territorio nacional, patrocinadas por las fabulosas ganancias del narcotráfico.

La lucha entre los gatilleros de esas empresas llamadas cárteles, que no son bandas de forajidos sino temibles y verdaderos ejércitos –desde luego, mejor pertrechados que el Ejército nacional con sus casi 100 mil elementos, sin duda peor pagados que sus adversarios– constituye la esencia de esta nueva guerra civil, protagonizada centralmente por hombres y mujeres jóvenes que tomaron las armas para tratar de mejorar sus condiciones de vida.

Quizá la mayor paradoja de Calderón consista en que la única industria que de verdad floreció durante su felipato es aquella a la que le declaró la guerra desde el primer día de su arribo a Los Pinos. ¿Cuántos hombres participan hoy, como gatilleros de tiempo completo, en los ejércitos del narcotráfico? ¿20 mil, 50 mil, 70 mil? ¿Cuántos tenía Miguel Hidalgo cuando se rebeló contra España, cuántos acompañaron a Madero al inicio de su insurrección contra Díaz? No muchos, apenas algunos miles, y sin embargo inauguraron, cada uno, guerras civiles que destruyeron y transformaron el Estado y cambiaron el país.

¿Cuánto durará esta nueva guerra civil, que cubre de sangre a diario una creciente porción de México? El secretario de la Defensa habla de "10 a 15 años". García Luna supone que "hasta 2014". Gómez Mont dice que "a partir de junio". La CIA, la DEA, el Pentágono, Clinton, Obama, no dan cifras: simplemente pronostican que el aumento de la violencia será "horripilante". Un nuevo ciclo ha comenzado en la historia de México: como en 1810, como en 1910, los pobres han vuelto a tomar las armas. Todo análisis político de corto, mediano y largo plazos, desde ahora, tendrá que partir de esta certeza.

Calderón lo logró: el país está en guerra.

jamastu@gmail.com